Crítica (2)

El Cine Junkie
Por
Rodrigo Ortega Ortuño
inefable.
(Del lat. ineffabĭlis, indecible).
1. adj. Que no se puede explicar con palabras.
Es interesante el análisis de personajes,  la coherencia o incoherencia que tienen sus reacciones, su postura dentro de un esquema del bien contra el mal, su aspecto físico con respecto a su papel, etc.
Como en historieta de comic barato, aquí se ha inventado la famosísima “guerra al narco”, con mensajes dogmáticos como eliminar, destruir y desaparecer a los enemigos sin importar quienes son, porque son así ni porque hacen lo que hacen (como si fuera la estrella de la muerte). Han etiquetado al narcotráfico como los malos, es decir los antagonistas de ésta película de ficción en donde, sin justificación alguna, tenemos un autoproclamado héroe.
En el cine hollywoodense contemporáneo por lo regular los antagonistas son de caricatura, están tan mal planteados y tan desdibujados que son de risa loca. Los malos son malos sólo por el hecho de ser malos, sin ninguna motivación ni antecedente. También son tontos y feos y tiene un risa malévola. ¿Por qué son tan parecidos estos personajes de comic barato a los narcotraficantes? ¿Será por el dibujo malhecho que los medios han trazado a partir del mensaje oficial?
El  planteamiento de la película presidencial es tan malo que muchos tenemos más miedo de los buenos que de los malos. Ya todos queremos que se acabe esta película y ni siquiera nos interesa quién tiró sobre avenida Reforma el avión del joven maravilla.
Para la generación beat el héroe es el junkie. El llamado a la aventura es robarle la cartera a alguien en el metro para después en el midpoint de la narración entrar a una farmacia con una receta falsa, y conseguir algún derivado de morfina. Una buena inyección para el climax. Encontrar un lugar para pasar la noche podría ser un buen plot, justo ese momento en el que la película comienza su último acto. El final puede ser redondo, catastrófico o simple y sencillo como despertar con hambre.
El climax en la aventura de un junkie es inefable. El cine parecería ser un medio más apropiado para su representación, sin embargo es en la literatura donde se han hecho los mejores acercamientos.
El junkie como personaje cinematográfico se ha abordado por diferentes flancos, parasito, enemigo, mercancía, esclavo, estorbo, puta, prop, etc… Como antagonista es el más común, es fácil para un guionista resolver un asesinato, una violación o un robo mediante la justificación del crack o la heroína. Complicado y poco común es hacer del junkie el héroe de la pantalla grande.

En el cine se utilizan diversos artilugios para intentar llevar lo inefable del viaje a la imagen en movimiento, sin embargo en su mayoría suelen ser demasiado exageradas o incongruentes, pocas veces se ha logrado un acercamiento visualmente efectivo. Un ejemplo que puedo aplaudir es en la película Japón (Reygadas; 2002) en donde el protagonista fuma marihuana y simplemente no pasa nada , el suelo no se derrite, sus pupilas no se revientan, no se vuelve loco y salta por la ventana, no pide a gritos drogas más fuertes, no…
El crack es una droga sumamente destructiva, de las drogas no inyectables, ésta es la que más gente manda al panteón . Es el resultado de hervir clorhidrato de cocaína en una solución de bicarbonato de sodio o amoniaco. Un ataque cardiaco fulminante es lo que pasa si uno cree que el crack se puede fumar como tabaco tal como lo hacen los junkies-minimalistas de Amat Escalante en Los Bastardos. 
Una buena representación del junkie-estúpido es la de Requiem for a dream (Aronofsky; 2000). Para empezar los supuestos junkies son modelos de CK, pero bueno ya adentrados en este mundo de fantasía digamos que es valido. Nunca me quedó claro por qué el personaje de Jared Leto se inyecta justo donde tiene el brazo podrido, pero no tengo la menor duda de que hay drogadictos con el mismo nivel de idiotez que el guionista. Para todos esos junkies tan lentos como Leto el departamento de salubridad de Nueva York comenzó a distribuir un folleto para consumidores de heroína donde les ofrecen a los adictos información sobre cómo preparar la jeringa y cómo cuidarse para evitar infecciones, así como la mejor manera de inyectarse sin lastimar las venas. No sé si la idea de hacer este folleto fue a raíz de la ingenua actuación de Leto en la tragicomedia de Darren Aronofsky, lo que si es un hecho es que es una buena iniciativa para evitar decesos por drogadicción.
Un prop es un objeto inerte que tiene una función dramática en una película. En True Romance (Tony Scott, 1993) tenemos el mejor ejemplo de lo que es un prop junkie, el querido Brad Pitt fumando super skunk en un Bong, aunque una vez más tiene aspecto de modelo de CK.
Las diferentes facetas del junkie de forma mucho más realista están en Out of the blue (Dennis Hopper; 1980)  la familia esta compuesta por un padre alcohólico, una mamá heroinómana y la hija fuma marihuana, sus personalidades son dependientes de sus respectivas adicciones.  La hija es fanática de Elvis, se peina y se viste como él, el padre en su alcoholizada ceguera cree que su hija es homosexual y él como buen redneck demuestra su homofobia sin sutileza alguna. Los personajes son consecuentes con sus deseos, sus principios y sus drogas.
Y para la personificación heroica de un par de biker-junkies no hay obra mayor a Easy Rider (Hooper, 1969) . Dennis Hooper murió hace un par de semanas, dejando como legado documento fílmico sobre la cultura de las drogas vista desde adentro, narrada por quienes realmente pertenecían a ese mundo. Protestando contra el consumo promovido por los conservadores, Hooper  no murió de una sobredosis, no murió por exceso de consumo.
El cine es un medio adecuado para dar por hecho que existe una cultura de drogas, y que no es el infierno ni la perfecta representación del mal, tampoco es el paraíso ni la respuesta a Dios. Es simplemente la elección personal de concientemente llevar acabo un estado alterado del sistema nervioso.
El hiper consumo moralmente es bien visto, los medios lo promueven indiscriminadamente, y socialmente es aceptable. A nadie se le juzga por abandonar un iPhone 3 por comprar el iPhone 4. La televisión debe ser catalogada como una droga mucho más perjudicial para la humanidad que lo que hoy es el opio. El hiper consumo de opio, coca, marihuana, alcohol o farmacos es tan destructivo como el hiper consumo de tecnología, ropa, joyas, autos, etc.
¿Por qué hacer la guerra?, ¿Por qué legalizar el homicidio y no la hierva? ¿Por qué los medios promueven el hiper consumo, totalmente contrario al humanismo?

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