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EL CINE DE AUTOR.

por: *Juan Patricio Riveroll



II. Sótano.

Empecemos trayendo a cuento un artículo titulado "El principio del cine de autor. El arte cinematográfico necesita verdaderos entusiastas", publicado por el Dr. Josef Schnelle en el periódico del festival de Mannheim-Heidelberg al que acudí en octubre pasado: "¿Por qué siempre nos referimos al 'cine de autor'? ¿Y qué es? Es mejor explicar lo opuesto primero: el cine de 'ganancias', como una vez lo definió Alexander Kluge. Por supuesto, estamos muy contentos que cualquier cineasta gane un solo Dólar, Peso o Euro, pero aquellos que sólo hacen películas para hacerse ricos no son a quienes estamos buscando. Cada metro de celuloide es demasiado valioso para ser desperdiciado por ideas social o artísticamente insignificantes. ¿Pero cómo funciona?”
"Cine de autor, que emergió en Europa y hoy es bien conocido en todo el mundo, necesita amor y cuidado. De otra forma, las penas del mundo desaparecerán del cine en favor de cintas de diario basadas en fórmulas. La famosa crítica de arte Susan Sontag, ganadora del 'Premio de la paz de los libreros alemanes' ('Peace Prize of the German Book Trade'), observó en uno de sus últimos textos que el cine de autor necesitaría verdaderos entusiastas para sobrevivir. Que son cineastas que se atreven a hacer películas valientes y personales, críticos que hablan acerca de sus películas de una manera amorosa, y festivales que estén comprometidos con el cine de autor, como nuestro festival está. Realmente, amamos en extremo el cine de autor. Amamos las películas que son verdadero arte que describen nuestras vidas de una manera estética y adecuada y no dejaremos de hacerlo.”
"Sólo intenta imaginar el cine sin el principio de cine de autor. Aún habría películas, pero no tratarían sobre nuestras vidas. Sólo películas hollywoodenses de palomitas (Hollywood-Popcorn-Films)."
    
Tras esta breve lectura, recurrí a la fuente. Leer a Sontag ha sido toda una revelación. Su erudición, la comprensión de su tema de estudio -cualquiera que este sea-, su prosa, la estructura que da a las ideas que circulan por sus páginas son punzantes y acertadas pero sobre todo son conceptos y análisis NECESARIOS. Dos de sus colecciones de ensayos contienen sus opiniones sobre cine: Styles Of Radical Will -compendio de algunos de sus textos de los sesentas-, y Where The Stress Falls -el último libro de ensayos que publicó en 2001, antes de morir en 2004. Cito primero un fragmento de su ensayo de 40 cuartillas titulado "Godard" fechado en febrero de 1968: "La manera en que las películas continúan hacia el fin del siglo veinte como un arte serio, siendo cada vez más auto-contemplativas y críticas, todavía permite un gran espacio para la variación." Aunque esto lo escribe a propósito del cine del Jean-Luc Godard, esta reflexión refleja su optimismo hacia un lenguaje y una escritura que en ese entonces marchaba por muy buen camino, cuyo futuro parecía ilimitado y fascinante.
    
El cine como se comprendía, se concebía y se apreciaba hace unas cuantas décadas ha muerto. Hoy quienes ven al cine como medio de escritura, como medio de cambio, como un medio en evolución constante son un círculo global cada vez más cerrado y, muy a su pesar, hermético, puesto que el público en general está desensibilizado para ese cine que no es entretenimiento, que no es comercial, que no busca vender boletos en la taquilla sino que va tras las ideas, tras su futuro evolutivo que hoy parece estar truncado -salvo honrosas excepciones. Ya que el arte del cine va poco a poco siendo relegado al olvido, ¿debemos simplemente aceptar esta posible realidad, o existen caminos que conduzcan a la resucitación de un medio hoy controlado por el gran capital?
    
Hace tiempo Robert Bresson apuntó en su mítico libro de aforismos Notas sobre el cinematógrafo que "el porvenir del cinematógrafo reside en una nueva raza de jóvenes solitarios que filmarán invirtiendo hasta su último centavo sin dejarse atrapar por las rutinas materiales del oficio." Si quienes hacemos cine no tomamos el catastrófico estado del cine en general de manera personal, no se llevará a cabo el resurgimiento del cine que propone Sontag. Es cierto que luchar contra las reglas inherentes al capitalismo es una lucha que borda en lo quijotesco, sin embargo creo que hay una responsabilidad en cada cineasta, en cada crítico de cine, en cada festival de cine y en cada cinéfilo de hacerle frente a a esta situación, causada en gran medida por los grandes estudios, las distribuidoras y los exhibidores transnacionales, para por lo menos intentar reencaminarlo hacia la vida alejándolo de la suspensión de la vida, o sea, el cine para "matar el tiempo". En los Diarios de Andrei Tarkovsky se lee: "Estoy categóricamente opuesto al entretenimiento en el cine: es tan degradante para el autor como lo es para el público." Interpreto esta declaración en tanto que el acto de entretener no le aporta nada a la raza humana mas que hipnotismo, y la vida, que a fin de cuentas es tiempo, es demasiado preciada para desperdiciarla hipnotizados.
    
El mundo forjado por el ser humano va encaminado hacia el desfiladero a paso firme y rapaz. Es deber de todos evitar dicho destino, y si el cine puede aportar lo suyo al poner los problemas sobre la mesa, habrá cumplido su más elevado cometido.
    
Pero hoy la industria del cine maquila imágenes atractivas completamente huecas.


I. Sótano.

Entre el extraño caso de Scott Hicks y el cine de autor.
En 1996 Shine, una extraordinaria película que entre muchísimos otros premios y festivales internacionales le valió el Oscar a Geoffrey Rush, sorprendió al mundo entero. Scott Hicks, su director, dio la vuelta al mundo recibiendo galardones para luego lograr un estreno importante en EUA. Shine es una película que acelera la sangre, que levanta el espíritu humano, que deja al espectador helado y lleno de emoción. No es la primera cinta de Hicks, aunque es sin duda la que lo puso en el mapa. Nacido y criado en Uganda, estudió en el sur de Australia en donde vive con su esposa, quien también es su productora, y sus dos hijos.
    
Su siguiente proyecto fue Snow Falling on Cedars (1999) con Ethan Hawke, que pasó casi totalmente desapercibida pero que propone caminos interesantes en cuanto a la adaptación de una novela y sus dificultades. Hearts in Atlantis (2001) siguió, con Anthony Hopkins en el papel principal, en un intento bien intencionado pero fallido al fin y al cabo. Hasta aquí su historia profesional es consecuente, y si bien no logró sobresalir con estos dos proyectos, el camino por el que andaba seguía siendo en cierta forma el mismo que el emprendido en y antes de Shine.
    
Entonces viene el 2007 con una cinta imposible: No Reservations con Catherine Zeta-Jones. De entrada las comedias románticas han seguido un camino en picada desde, digamos, los años setenta, cuando Hollywood aun mantenía cierta calidad en su romanticismo. Los ochenta iniciaron el declive con sus excepciones para dar paso a los noventas y ahora al nuevo milenio, épocas en las que la receta de cocina ha sido utilizada y re-utilizada cientos de veces, repitiendo los mismos clichés una y otra vez, llevando a la pantalla tramas enteramente predecibles que no causan efecto alguno, y que sólo logran haber matado esas dos horas frente a la pantalla.
    
Pero hablemos entonces de Hicks. El abismo infranqueable que hay entre Shine y No Reservations parece incompatible, haciendo difícil de creer que el responsable de ambas cintas sea la misma persona, a quien, dicho sea de paso, le fue otorgado un doctorado honorario en 1997 por la Flinders University of South Autralia, su antigua universidad. Es verdaderamente increíble que Hicks se haya desbandado de esa forma. Es algo así como estar frente a un trapecista mientras hace su truco más mediocre sin red, para ver con horror que se ha estrellado contra el piso, ya que ni eso pudo hacer ya bien. Quizá la comedia romántica sea el último recurso de un director de cine en desuso, eso se podría llegar a comprender, pero que precisamente en dicho género recurra a exactamente las mismas ocurrencias que sus mediocres antecesores y conduzca la realización con el mismo catálogo que todos los que han pasado por ahí es desastroso. Y como es obvio, la industria se lleva entre las patas a todo aquel que esté necesitado de uno que otro dólar. En No Reservations aparece también Aaron Eckhart, cuya participación en In the Company of Men (1997) sale directamente del cine independiente para luego aparecer en An Given Sunday (1999) y Erin Brockovich (2000). La pequeña Abigail Breslin viene sin escalas de la memorable Little Miss Sunshine (2006), siendo su personaje quien da título a la película. En un flácido papel secundario está Patricia Clarkson, de cuya extensa filmografía citaré sólo Dogville (2003), para finalizar con Bob Balaban, también con una extensa y fina filmografía que incluye Deconstructing Harry (1999). Fuera de la Zeta-Jones -la estrella obligada que dicta el género-, el cast se puede decir que es de primerísima calidad y salido en su mayoría del cine independiente. Tanto Hicks como su elenco, ¿lo harán sólo por el dinero? Es probable.
Si quienes hacen las películas forman parte del mismo juego que los grandes estudios, es probable que el cine independiente, del que salieron muchos de ellos, esté llegando a su fin. Existe la posibilidad que en el futuro las películas sean todas del mismo corte, un futuro en el que la diversidad quedará borrada y el cliché será lo único que exista.
    
¿Vale la pena entonces preocuparse por el cine de autor?


*Juan Patricio Riverol es Lic. en Comunicación por la Universidad Ibero, profesor de

Historia del Cine y Lenguaje Cinematográfico, y autor del largometraje
Ópera. Actualmente termina su segundo largometraje Panorama.



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